Escuché mi llamado al trabajo de parto después de conocer a mi tatarabuela, Emilie, quien se convirtió en partera después de dar a luz a 10 niños.
La imagino negando con la cabeza diciendo “no tiene que ser tan difícil” mientras escucha las ansiedades que enfrenta nuestra generación acerca de traer a nuestros bebés al mundo. Una persona que recibe apoyo compasivo durante el trabajo de parto puede descubrir comodidad, confianza y belleza en la experiencia.
Emilie apoyó a su pequeña comunidad como partera y funeraria del pueblo, cuidando con compasión a las familias mientras las almas de sus seres queridos entraban y salían de nuestro mundo.
Es por eso que me propuse apoyar a mi comunidad con la misma compasión que compartió Emilie, para que las familias puedan tener una hermosa experiencia de parto que cree primeros momentos memorables.